Dedicada al historiador baenense Francisco Valverde y Perales, esta sala exhibe una de las colecciones de estatuaria romana más importantes del país. Esculturas togadas de gran belleza, pedestales dedicados a ilustres personajes que habitaron esta comarca hace 2.000 años, magnificos retratos imperiales y, sobre todo, una espectacular toracatha que representa el torso del emperador como jefe supremo de las legiones. Todo un aparato propagandístico del Imperio que sirvió además como vía de ascenso social a distintos clanes familiares de las provincias, logrando algunos de ellos llegar a las más altas cimas de la administración del Estado y otros al gobierno de sus respectivas ciudades en cuyas ruinas aparecieron las memorias y esculturas que aquí se muestran.
Los miembros de la familia imperial son los que destacan en número, pues la mayor parte de las piezas que se exponen corresponderían al emperador divinizado (cabezas de Augusto y Claudio) o a la emperatriz representada en este caso como Dea Roma (escultura sedente junto a la entrada de la Sala) o como diosa de la Abundancia portando la característica cornucopia que la identifica. En ambos casos se trataba de Livia, la tercera esposa de Augusto, una de las mujeres más influyentes de la Historia.
Las piezas aquí expuestas proceden íntegramente de tres importantes yacimientos del término de Baena donde existieron antiguas ciudades ibero romanas: el Parque Arqueológico de Torreparedones (Ituci Virtus Julia según unos autores, Bora si nos decantamos por las hipótesis más recientes); cerro del Minguillar (Municipium Flavium Iponobensis) y cerro de la Aldea o Izcar (Municipium Contributum Ipcense). De este último proceden los pedestales de Paridius (cilíndrico) y de Cayo Livio Severino (rectangular) mostrados en la sala, mientras que las distintas esculturas, datadas en el siglo I, se hallaron en los anteriores.
Una especial atención merecen los retratos de los emperadores Augusto y Claudio. En realidad se trata de las cabezas de dos de las esculturas exhibido en el patio que antecede a la sala, y con toda probabilidad debieron exhibirse sobre el pódium del templo que se levantaba en el foro de Torreparedones. La primera aparece tocada con la doble corona de hojas de encina con bellotas (cívica) y radiada metálica que indica su divinización. Finamente esculpida en mármol blanco está datada a principios de nuestra Era.
La segunda pudo ser originariamente un retrato de Calígula sobre el que se recompuso el actual de Claudio ya divinizado, como así lo prueban los orificios en la parte superior que indicarían la presencia de la corona radiada de metal. Es muy posible que nos encontremos aquí con un caso de damnatio memoriae o condena del recuerdo de un enemigo del Estado tras su muerte. Así era Roma, divinizando a sus emperadores o intentando borrar su memoria para siempre.
Colección de estatuaria romana en la Sala II.
Cabeza de Augusto hallada en Torreparedones.
El Foro era el centro comercial, religioso, político y judicial de las ciudades romanas, un lugar de memorias “sagradas” donde se ubicaban los principales edificios de uso público y las esculturas de los distintos miembros de la familia imperial o de próceres locales a los que se les tributaba homenaje. Podría decirse, por tanto, que el Foro era un espacio de representación en el que se encontrarían pedestales dedicados y conjuntos escultóricos como los que se exhiben en la Sala II del Museo Histórico de Baena.
Para una mejor comprensión de la funcionalidad representativa de los Foros y situar en su lugar de origen muchas de las esculturas expuestas, puede reproducir el vídeo superior donde se ha recreado este singular espacio de Torreparedones.