Sala VII. Época tardoantigua y medieval

La Sala VII, dedicada a la época tardo antigua y medieval, exhibe una serie de restos arqueológicos relacionados con la cultura hispanovisigoda como fragmentos arquitectónicos, pies de altar, fíbulas, hebillas de cinturón, diversas piezas cerámicas, un interesante conjunto de placas a molde decoradas y, destacando sobre todas ellas, un cazo o simpulum de bronce cuyo mango presenta una inscripción grabada con el nombre de su propietario, una conocida invocación cristiana y sendos dibujos de una cratera y un crismón. Mención aparte merecerían tanto el anillo de oro en el que aparece el nombre de Sabina como la reproducción del Crismón de Baena o Ízcar que es uno de los símbolos por antonomasia de la ciudad

Por su parte, el periodo musulmán está representado a través de un pequeño conjunto de monedas, un capitel y diversas piezas cerámicas entre las que destaca un fragmento de ataifor en verde y manganeso del periodo califal.

Finalmente, otras piezas medievales, sobre todo cerámicas, preceden al espacio dedicado a la heráldica en el que se exhiben un escudo nobiliario del barrio de la Almedina, otro episcopal que fue de la antigua parroquia de San Pedro, uno de Baena, hallado en la torre de Santiago, que presenta la peculiaridad de tener las cabezas de los cinco moros mirando de frente y tocados con una especie de gorros puntiagudos en lugar de los habituales turbantes y, por último, uno circular de madera que representa las armas del tercer conde de Cabra y que desde el siglo XVI había ocupado la clave de la bóveda de crucería existente en la capilla mayor de la parroquial de San Bartolomé.

Jarra de cobre y jarro de barro medievales.

Placa de molde visigoda en la Sala VII.

El Crismón de Baena

En 1901, el descubrimiento casual de una antigua sepultura en el cortijo de Ízcar, a 12 km de Baena, sacó a la luz una de las piezas más relevantes del arte paleocristiano de la península Ibérica. Se trataba de una pieza de bronce de 34 por 26 cm., datada entre los siglos VI y VII, que se exhibía en el Museo Arqueológico Nacional hasta que fue robada el 6 de julio de 1993, desconociéndose actualmente su paradero. Este crismón contenía las letras alfa y omega (primera y última del alfabeto griego) como y dos círculos contrapuestos que simbolizan el cosmos (arriba y abajo), pero carecía de la X y la S, las dos letras del Espíritu Santo ya que el concepto de Trinidad no aparece hasta el siglo III y no se generaliza hasta el X, por lo que a los crismones primitivos se les añadiría posteriormente una S, algo que no ocurriría con el de Baena al haber permanecido enterrado hasta su hallazgo.

Una reproducción de esta pieza, de gran importancia para los baenenses y para su Semana Santa al ser el símbolo de la Agrupación de Cofradías, se muestra en la sala VII del Museo Histórico. También en la plaza Marinalba, en el barrio de la Almedina, se encuentra otro de gran tamaño realizado por la Escuela Taller de Baena con motivo de las VII Jornadas Nacionales de Exaltación al Tambor y el Bombo llevadas a cabo en la localidad en 1992.