A 8 kilómetros de Baena, en el paraje conocido como ‘Puente de la Maturra’, se encuentra la que está considerada cuarta cueva de mayores dimensiones de España y la primera a nivel provincial. La formación, con rocas que se remontan al Mioceno e incluso a periodos más antiguos, presenta como una de sus principales características, un nivel de yesos masivos de unos 60 metros de espesor, situado estratigráficamente entre dos niveles de rocas impermeables (margas) que impiden conexiones hidrológicas hacia otros estratos de yeso cercanos.
Con espacios de gran altura en los que se distinguen hasta cuatro galerías principales y dos secundarias, se desarrollada en dos niveles distintos. El de mejor acceso se encuentra acondicionado para su visita, existiendo en su interior diversos lagos y formaciones en cristales de yeso de gran interés y belleza. Por su parte, el segundo de ellos, al ser menos accesible, ha posibilitado la conservación de una importante colonia de murciélagos en peligro de extinción y de diversas especies de crustáceos decápodos que se desarrollan únicamente en esta cueva, tal y como han constatado diversos estudios internacionales.
La cavidad mantiene una temperatura estable durante todo el año, unos 21 grados centígrados, que producen una agradable sensación térmica y favorecen la visita en un recorrido de algo menos de una hora por las entrañas mismas de la tierra.
Cueva del Yeso. Formaciones de este material.
Cueva del Yeso. Interior de la cavidad.
Aunque existen testimonios de internamientos anteriores, esta cavidad no fue descubierta de manera oficial hasta 1945 y explorada científicamente en el año 1965. Por aquel entonces se conocía como cueva de las Palomas, posiblemente por encontrarse próxima al paraje donde se sitúan las salinas de Cuesta Paloma.
Los lugareños, que desde tiempo inmemorial se adentraban en su primer tramo en busca del apreciado guano (excremento de murciélago de gran utilidad como abono orgánico), tejieron todo tipo de leyendas relacionadas con la Mina, nombre que le otorgaban a esta cavidad de origen natural, pero que en el imaginario colectivo se suponía labrada por el hombre en época musulmana. Se la creía conectada con algunas de las torres vigía de la comarca, como la del Montecillo o incluso con el castillo de Castro el Viejo, en la antigua ciudad que existió en Torreparedones. Leyendas que nos hablan de temidos espectros y fabulosos tesoros allí escondidos, tal vez los mismos que buscó el dueño de una daga nazarí descubierta en la profundidad de una sima, la misma que le impidió seguir en busca de las soñadas riquezas.
Las especiales características geológicas y la microfauna única descubierta en el interior de esta cavidad la han convertido en referente internacional de la investigación espeleológica.