Tal y como narran los textos antiguos, el macellum de las ciudades romanas era un mercado especializado en la venta de productos alimentarios exclusivamente, sobre todo carne de caza, vacuno y aves de corral, pescado y productos hortícolas (frutas, legumbres), así como pan, aunque estos últimos productos serían un complemento a los principales, el pescado y la carne, siendo escasa también la venta de grano. Frecuentemente se vendían sólo productos de lujo, con altos precios.
Con el fin de abastecer a la población con la mayor comodidad posible, el macellum se situaba, generalmente, junto al foro o en sus proximidades, si bien se procuraba siempre que su ubicación fuese de fácil acceso a los proveedores y a la vez no entorpeciese el tránsito común de la ciudadanía. De este modo, en Hispania casi todos los mercados se sitúan junto al foro, a excepción del macellum de Valentia (Valencia), que se encontraba cercano al puerto. Su tamaño venía determinado por el propio lugar en el que se encontraban ya que, al igual que ocurre en el de Torreparedones, tenían que adaptarse a las irregularidades de un urbanismo ya existente.