El yacimiento arqueológico de Torreparedones, también conocido como Castro el Viejo o Torre de las Vírgenes, se ubica entre los términos municipales de Baena y Castro del Río, en una elevación a 579,60 m.s.n.m., lo que hace que se le considere justamente como el techo de la Campiña de Córdoba. Su privilegiada situación, controlando una basta extensión del territorio, propició el que el asentamiento estuviese habitado durante más de 3.500 años, desde el Calcolítico hasta la Baja Edad Media. Posteriormente, durante la Edad Moderna, distintos eruditos se interesaron por las ruinas que aún se alzaban imponentes en la cúspide del cerro, pero no sería ya hasta entrada la época contemporánea cuando un hallazgo fortuito en 1833 puso de relieve la magnitud e importancia del yacimiento. Se había descubierto el conocido como Mausoleo de los Pompeyos, una monumental tumba hipogea que atrajo la atención de cuantos visitaron el enclave. Sin embargo, esta circunstancia no impidió que el yacimiento volviera a olvidarse durante más de siglo y medio hasta que a finales de la década de los años 80 del siglo pasado, la universidad de Oxford en colaboración con la Complutense de Madrid, llevaron a cabo distintas campañas de excavación encuadradas en el marco del conocido como “The Guadajoz Project“. Los resultados obtenidos, con la plena identificación de un santuario, fueron espectaculares. Se sucedieron las publicaciones y se creaba el primer museo arqueológico con el que contó la ciudad. En esa línea, el ayuntamiento baenense adquiriría más tarde gran parte de los terrenos donde se asentaba la antigua ciudad. Comenzaba una intenso proceso de excavación que puso al descubierto numerosos y relevantes restos arqueológicos en su mayor parte íberos y romanos. Fueron aflorando el macellum (mercado), varias termas, la plaza del Foro rodeada por edificios tan relevantes y bien conservados que algunos medios de comunicación comenzaron a denominar el yacimiento como la «Pompeya cordobesa».
Inscrito como Bien de Interés Cultural en noviembre de 2007, abrió sus puertas al público el 17 de enero de 2011 y desde entonces se han ido produciendo nuevas intervenciones y procesos de restauración que lo convierten en uno de los lugares arqueológicos más relevantes de Andalucía.
La vía láctea desde el foro de Torreparedones.
Castillo medieval en Torreparedones.
La Bética, cuyo nombre provenía del latín Baetis, Betis -actual río Guadalquivir-, fue una de las provincias romanas de mayor relevancia donde estaba circunscrita la ciudad existente en Torreparedones. Con capital en la Colonia Patricia Corduba, hizo al Imperio grandes aportaciones tanto económicas como culturales y políticas. En el primero de los casos, fue muy significativa la minería (con extracciones de oro, plata, cobre y plomo) y la agricultura, gracias a la producción y exportación de cereales, aceite y vino, estos dos últimos especialmente famosos en todo el Imperio junto con el garum. Desde el punto de vista político, el alto grado de romanización que alcanzó la provincia, propició el que dependiese directamente del Senado y no del poder militar del emperador. En ella se libró la decisiva Batalla de Munda entre populares y optimates, partidarios de César y Pompeyo, respectivamente. Además, dio a Roma los emperadores Trajano y Adriano, naturales de Itálica, y al filósofo cordobés Séneca, entre otros muchos personajes de importancia.
En una notable elevación, rodeada por infinitos campos de olivares, las ruinas de la antigua ciudad que existió en Torreparedones continúan evocando su milenaria historia.